jueves, 16 de febrero de 2012

Subida al Almanzor desde la Plataforma (11 de febrero de 2012)

El pico Almanzor es, con sus 2.592 metros de altura, el techo de Gredos y de todo el Sistema Central. Según el montañero aragonés Agustín Faus, su nombre completo es el de Plaza del Moro Almanzor, en recuerdo del famoso caudillo árabe que, conforme a una leyenda, escaló o intentó escalar su cumbre, aunque no exista, como es lógico, evidencia alguna de ello.
La primera ascensión conocida al Almanzor fue realizada en 1899 por Manuel González de Amezúa y José Ibrián. El propio González de Amezúa fue también quien en 1903 llevó a cabo la primera ascensión invernal.
Hay razones para creer que, con anterioridad a González de Amezúa, lo escaló Antolín Blázquez, cazador de cabras montesas y guarda del coto real de caza.

Glaciarismo
Sobre el Circo de Gredos se instalaba un potente glaciar, que tenía su cabecera en la Hoya Antón, al pie del Almanzor. En su descenso enlazaba con las lenguas que bajaban del Gargantón y de Cabeza Nevada. Se extendía por la actual garganta de Gredos hasta las inmediaciones del puente de Roncesvalles, a unos 1.400 metros, tras un recorrido de unos 8 kilómetros. Su espesor debió superar los 300 metros.

El moro Almanzor
Su verdadero nombre era Abi Amir Muhammad (940-1002), aunque fue conocido como Al-Mansur o El Victorioso.
Cuenta una leyenda que estando descansando con sus guerreros en la ribera del Tormes, oyó hablar a los lugareños de una misteriosa laguna. Se hizo guiar hasta ella y además ascendió al pico más alto de cuantos la rodean, que desde entonces lleva su nombre.

Un miembro de este grupo escribió, a la vuelta, una crónica de esta clásica ascensión, a la que hemos añadido algunos detalles.

Lo conseguimos, sí, lo conseguimos, en un ambiente puro invernal. Espectacular el circo, como siempre con nieve, y con muchísimo frio, que ha supuesto, por lo menos para mí, superar los mínimos de temperaturas.

Nos dirigimos Seche, Alfredo, Sara y yo, en mi coche, cargados hasta el techo, hacia Hoyos del Espino, dispuestos a dormir en el cercano refugio libre de la Hoya. Por otra parte, iba el Sr. BS con otro personal a dormir en la ermita que hay en Hoyos del Espino. No se sabe si nosotros éramos los nenazas o los más inteligentes, el caso que se preveian temperatura muy, muy bajas. Así fue. Cuando llegamos, después de algunas dudas, y de ver un extraño bicho corredor peludo sin identificar (podria ser un yeti enano), la temperatura que indicaba el coche era de -7ºC. Al dia siguiente por la mañana, -11ºC. El refugio, limpio, pero con las ventanas rotas, con chimenea y abundante leña y con carretera asfaltada. A pesar del abundante fuego y humo, dentro tendríamos temperaturas bajo cero. La cena, una degustación de sopas y un festival de pastas, con las inevitables lentejas rojas. Cada uno se metió en su saco, o sacos, o combinación variopinta de sacos y mantas. Imaginaos el momentazo de salir del saco a las 6 de la mañana.

En el refugio de La Hoya

En el aparcamiento de la Plataforma, a 1.770 metros, el termómetro del coche indicaba -13ºC. No mucha nieve, pero sí mucho hielo.
Empezamos casi una hora después del grupo de BS, pero aun así nos los encontramos en el Elola. Andábamos casi con prisa, pensando en el largo dia que nos esperaba, e hicimos la aproximación al refugio casi sin pausa.

Había bastante hielo al principio

Tras pasar el Prado de las Pozas, dejando a nuestra derecha el refugio de Reguero Llano, se cruza por un puente el arroyo del mismo nombre y se inicia la subida por la Loma de los Barrerones, en la cuerda que baja desde el Morezón. Se pasa junto a la fuente de los Cavadores.

En la fuente de los Cavadores

Se alcanza el punto más alto de la Loma de los Barrerones, a 2.175 metros, divisándose por vez primera las grandes cumbres que cierran el Circo de Gredos, entre ellas la Galana y, más al fondo, el Almanzor, nuestro objetivo.

El Almanzor, al fondo, y la Galana, a la derecha,
en el momento de alcanzar el punto más alto de los Barrerones

En este punto se tuerce a la izquierda y se inicia el descenso hacia la Laguna Grande, pasándose junto a una segunda fuente.

A la derecha se aprecia el profundo tajo, a la sombra, del Gargantón,
dominado por la cima de la Galana

Aún nos queda tela para el Almanzor

Circo de Gredos

La Laguna Grande realmente no se ve, se intuye debajo de una amplia planicie, helada y cubierta de nieve. El sendero que conduce al refugio Elola, situado a 1.950 metros, va bordeando la laguna, pero ahora hay huellas más directas que nos llevan hasta él caminando por encima de la Laguna Grande. En la terraza exterior del Elola nos encontramos a BS con sus compañeros de ascensión.

Poniendo cara de feo

A partir del Elola, nos calzamos ya los crampones, dejando atrás a BS y los suyos. De los tres senderos que salen del refugio, tomamos el del centro, que es el que lleva a la Portilla Bermeja y al Almanzor.

Dejamos atrás el refugio

Alcanzamos la Hoya Antón, al pie del Almanzor, y tomamos de frente el Canalón de la Bermeja, que asciende en dirección a la Portilla Bermeja.





Cerca ya de la Portilla Bermeja hay que torcer a la derecha para introducirmos en el corredor que asciende hacia la Portilla del Crampón, más empinado aún.



El ambiente en esta canal es realmente alpino y nos exige una gran esfuerzo. Uno se deja casi el alma allí. Los gemelos duelen. La pendiente nevada alcanza los 45 grados de inclinación, según leemos. En el último tramo de la canal, a la sombra, hace mucho frío y sopla un viento fuerte y gélido.

Sara cerca ya de la Portilla del Crampón

Se alcanza la Portilla del Crampón y se dobla hacia la derecha, dejando de soplar el viento. Hay que caminar un poco en horizontal, sorteando algunos bloques de piedra, hasta situarnos al pie mismo de la cumbre.

Dejamos atrás la Portilla del Crampón

A partir de aquí, tiraremos un poco en horizontal

Estas trepaditas últimas, justo antes de la cumbre, no fueron tan dificiles como esperaba, parece ser que por la nieve acumulada, aunque incluyen algunos pasos de grado II. Habia mucha gente subiendo y bajando, algunos con cuerdas. Nosotros, como unos campeones, escalando con los crampones en la roca, cras, cras, cras.

La puntiaguda cumbre resulta pequeña. Apenas hay sitio para caber todos allí. Foto en la cumbre, con grandes vistas y aire limpísimo, debiendo pronto dejar paso para la romería que venía por detrás. La montaña entera estaba congelada, recubierta de hielo como una jarra de cerveza metida en el congelador.

Tres gigantes en la cumbre

Un enanito, un poco más abajo

Destrepamos los últimos pasos con sumo cuidado, sin rapelar, y comimos al pie de esta pared final, antes de llegar a la Portilla del Crampón. Vimos de nuevo al grupo BS, que subió y bajó de la cumbre, pero nos volvimos a separar cuando terminamos de comer y ellos se sentaban a hacerlo, porque nos quedábamos helados.

La bajada, aunque muy larga y cansada, fue para nosotros mejor de lo que esperábamos. En el corredor que desciende de la Portilla del Crampón, pese a lo empinado, la nieve estaba en su punto.

Pasado el refugio Elola, nos quedaba la interminable subidita a los Barrerones y la posterior bajadita de vuelta al coche.

Adiós al Circo

En el pueblo nos homenajeamos con un atracón a base de huevos, patatas y hamburguesas, y también jarras de cerveza recubiertas con hielo, más hielo, sí, mientras esperábamos al grupo BS, que esta vez no apareció. Hacia las ocho y media de la tarde iniciamos la vuelta a Madrid. Y colorín, colorado, este cuento de momento se ha acabado. Contaré algo mas a quien me invite a una jarra de cerveza helada.

Datos técnicos
Echamos a andar a las 8:15.
Llegamos a los coches a las 18:15.
Desnivel acumulado: 1.050 metros.

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