domingo, 13 de octubre de 2013

Observando aves por Garganta de los Montes (12 de octubre de 2013)

Tal y como tenía previsto para hoy, llegué al pueblo de Garganta de los Montes para hacer una ruta fácil; la que comenté anteriormente.
Después de tomar un café en el único bar abierto, a las 8:45 encendí mi nuevo GPS para seguir la ruta. Resulta que la ruta se quedó en el ordenador y no en el GPS.



 
No puede ser difícil llegar al río Lozoya y volver, pensaba yo.
Hacía un día estupendo aunque bastante frío.
Después de una hora andando estaba más perdido que un heavy en una biblioteca.
¿Qué hago?



 
Recordé que siempre, cuando salimos con el grupo, la rutina es más o menos la siguiente:
Primer paso: andar 4 horas para arriba
Segundo paso: andar 2 horas para abajo
Tercer paso: tomar una cerveza.
Siguiendo esa lógica empecé a subir hasta dar con una cerca de alambre de coto de caza.
Tiré a la izquierda para ir subiendo (obviamente) y después de un rato paré para beber agua y cerrar los ojos unos minutos.


 
Me desperté por dos razones: primero, algo estaba mojando mi cara, y segundo, escuché unos tiroteos que sonaban como Kandahar en 1982.
Era un perro de los cazadores que estaban haciendo una guerra por la montaña, que limpiaba mi cara.
Empecé a subir otra vez y encontré otro desafío, un toro negro con cuernos enormes en el cual mi pobre persona despertó su curiosidad.
Cada vez que yo intentaba subir, se acercaba él, y en cuando me paraba yo, se paraba él.
Nos separaban 10 metros de distancia, 4 alambres de púas y 5 millones de años de evolución, pero a mí todo esto me parecía mucho menos.


 
 
Después de una hora de este punto muerto, el animal recordó su función principal en esta vida, que es comer hierbas.
Dije una oración en silencio por el bienestar del alma de quien inventó el papel higiénico y seguí p'arriba.
Por el camino vi unas vacas y algunos caballos, hasta llegar al pico, que según el maldito GPS se llama Mondalindo y está a una altura de 1835 m.
 



 
 
 
 
 
En otro pico, con unas instalaciones de telecomunicaciones me permití hacer una foto yo a mí mismo con un temporizador.


 


También conseguí el objetivo principal de esta excursión, que era hacer fotos a las aves de sierra.
Hasta hice una foto de su casa.


 




 
Se nota que el otoño ya esta aquí, hay frutas del otoño por todos lados, seguro que algunas de ellas sirven para hacer un licor delicioso (hola, Alfredo).



A las 4:30, después andar 21 kilómetros con un desnivel de 730 metros, me tomé una bien merecida cerveza.



 
 

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