miércoles, 2 de julio de 2014

Una circular desde Cotos, subiendo a la Peña Citores (28 de junio de 2014)

Nos propusimos en este arranque del verano hacer una circular desde Cotos, ascendiendo a la Peña Citores. Un perfil un tanto inusual tenía la ruta de hoy: se comenzaba en descenso, a continuación se ascendía, salvando unos 600 m. de desnivel y para finalizar se volvía a bajar. Una etapa rompepiernas, digna de todo un Tour de Francia, que serviría a Maite de entrenamiento para su puesta a punto de cara al Tour del Mont Blanc. Ahí es ná.

El día resultó ser muy agradable en lo meteorológico (y también en lo otro). Todavía no ha empezado a apretar el calor en serio. Y además la zona es ya, de por sí, relativamente fresca. Por si fuera poco, algunas nubecillas altas impidieron que el sol diera de plano y nos castigara.

Al llegar al aparcamiento de Cotos, nos lo encontramos casi lleno hasta el punto de que nos costó un poco encontrar un hueco en el que dejar el coche. Esto antes solo pasaba en invierno, durante la temporada de esquí. Sospechamos que algo puede tener que ver con esta avalancha de coches la reciente declaración del Parque Nacional de Guadarrama. A nosotros esto del Parque Nacional del Guadarrama ni nos va ni nos viene. Es más, si me apuran, nos la refanfinfla. Ya conocíamos la sierra de mucho tiempo atrás.




Comenzamos a descender por el Camino Viejo del Paular, balizado con las marcas blancas y rojas del GR-10.1. Por este antiguo camino, que antaño unía la ciudad de Segovia con la cartuja del Paular, perderemos una altura de casi 300 metros.








Al cabo de un rato empalmamos con la pista forestal de las Siete Revueltas a La Granja, que tomamos a mano izquierda. Por esta pista, que alterna los tramos de falso llano con algunas subidas y bajadas, caminaremos casi 5 km. Maite da muestras evidentes de que su puesta a punto para el Mont Blanc va viento en popa.




La vegetación que encontramos muestra cómo estas vaguadas que se descuelgan desde el Peñalara mantienen la humedad y el frescor. Aunque los pinos silvestres dominen el paisaje, surgen alternativamente los temblones, los serbales, los acebos, los avellanos y probablemente otras especies que al cronista se le escapan ahora mismo sobre un suelo poblado de helechos.


Atención al tejo


Tras dejar a nuestra izquierda la fuente de la Peseta, hacemos un poco más adelante el típico alto en el camino. ¿Reponer fuerzas o simple rutina?




Al fondo de una vaguada llegamos al semiescondido puente que salva el arroyo de Valdeclemente. Hay también una pequeña alberca repleta de agua. Estamos en el punto elegido para dejar la pista y comenzar la subida del día. No hay sendero, ni hitos, ni nada que se le parezca. Se trata simplemente de tirar para arriba remontando al tuntún la vaguada. Al menos el terreno, aunque algo empinado, se mantiene bastante despejado de vegetación y resulta cómodo para el avance.




Tras algunos titubeos, desechamos la idea de buscar la fuente del Intendente, de la que Manuel Rincón dice que sus aguas parecen ser de las más frías de la sierra, y alcanzamos una pista alta por la que torcemos a la derecha hasta alcanzar el cordal oeste de la Peña Citores. Un alto, que podría tratarse del señalado como Mirador del Cancho en el mapa, nos depara unas magníficas vistas de los Siete Picos, el Montón de Trigo, la Camorca y la Mujer Muerta.




Un poco más arriba, pese a tener ya a la vista la Peña Citores, pararemos a comer junto a la pequeña caseta forestal que corona un peñasco. Hace un poquillo de fresco, lo justo para ponerse la chaqueta cortavientos y estar bien a gusto.






Tras un reparador descanso proseguimos la ruta. Calculamos que en hora y media o menos estaremos de vuelta en Cotos. Nos queda tan solo alcanzar la Peña Citores, en la que se conservan restos de trincheras, pasar por la fuente de los Pájaros, junto a la que se arremolina una manada de vacas, y hacer la bajada final por la Senda del Batallón Alpino.








Bibliografía
Ver ruta nº 41 del libro Andar por la Sierra de Guadarrama, de Manuel Rincón.

Internet
Peña Citores por Andrés Campos

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