viernes, 12 de diciembre de 2014

Y volvimos a Oliete (5 a 8 de diciembre de 2014)

En principio íbamos a ir a Somiedo, pero no daban buen tiempo por el norte y al final terminamos en Oliete. Cuatro años y medio habían pasado desde nuestra anterior visita.

Oliete, ya lo dice su nombre, es villa de tradición olivarera, rodeada de extensos campos de olivos. La oliva que se da en esta zona es de la variedad empeltre. El aceite que produce está considerado de alta calidad. Muchos de los olivos dejaron de cultivarse hace años, como consecuencia de diversos factores (emigración a la ciudad, envejecimiento de la población, etc.), pero precisamente en este año se ha creado la fundación Apadrina un Olivo con el firme propósito de ir poniendo nuevamente en explotación los olivares abandonados.



Desde esta fundación se proponen recuperar los olivos abandonados en el término de Oliete y volver a explotarlos.
Es una operación a dos bandas. Por un lado, se celebra con los propietarios de los olivares, muchos de los cuales son ancianos o personas que han emigrado a la ciudad en busca de trabajo, un contrato de cesión por un periodo de 10 años. Por otro, se buscan personas que estén dispuestas a apadrinar los olivos abonando una cuota anual. Con el dinero recaudado se paga a las personas encargadas de poner los olivos en explotación y de trabajar los olivares, entregando a propietarios y padrinos una parte del aceite que se produzca.
Hasta el momento, en poco más de medio año, han captado unos 350 padrinos y han recuperado más de 800 olivos, la mayoría de ellos situados en tierras próximas al pueblo. Los del olivar de Sancho Abarca se encuentran más lejos, en pleno monte, y crecen en bancales o terrazas construidas en ladera.


 
 


Sima de San Pedro
Se encuentra a escasos kilómetros de Oliete y está considerada única en Europa por su estructura geológica.
Se trata de un pozo de dimensiones impresionantes (de 70 a 85 m. de diámetro en la boca) y forma acampanada, cuyo fondo lo ocupa un lago alimentado por las aguas del río Martín, que se encuentra a una cota más elevada (32 m. por encima de su superficie).
Tiene una profundidad de 86 m. hasta el lago, medida desde la plataforma. A su vez, el lago tiene otros 22 m. de profundidad hasta el fondo.
Se formó por la disolución de los materiales calizos, a consecuencia de la acción del agua, que dio lugar a una serie de cavidades interconectadas, y por el posterior colapso o hundimiento del techo de dichas cavidades. Es el mismo proceso que da lugar a la formación de dolinas. Lo singular de esta son sus excepcionales dimensiones.



 


Bar Restaurante El Pesador - Casa Bareta
Carretera nº 49.
TF: 978-81.87.69 y 660.656.757.
Su especialidad es la oreja. Sirven otras tapas. A mediodía se puede comer de menú.

Bar El Íbero
Calle Mayor, 21.
Tienen tienda en la que pueden comprarse queso, jamón, vino y otros productos de la zona.




Se encuentra aislado, en un paraje al que solo se accede por pista, aunque próximo a los pueblos de Estercuel y Crivillén.
La actual construcción, de aspecto herreriano, data del siglo XVII. 
Es actualmente regentado por los Padres Mercedarios.
En 1982 fue declarado Monumento Histórico.
Funciona como hospedería, ofreciendo alojamiento bajo diversas modalidades (30 plazas en habitaciones dobles, 4 dúplex exteriores, campamento y albergue juvenil con una capacidad de 80 plazas). El teléfono de la hospedería es el 978-75.23.00 y se recomienda llamar de 14:00 a 15:00 y de 21:00 a 22:30.







 




 

 
 


Tirso de Molina y la Dama del Olivar
No está demostrado que Tirso de Molina estuviera en el monasterio del Olivar. Al menos no han podido probarlo ni filólogos, ni historiadores, ni los propios miembros de la orden, aunque todo apunta a que debió pasar aquí una temporada, probablemente confinado o desterrado a causa de la polémica desatada por alguna de sus obras teatrales. Esta hipotética estancia debió servirle de inspiración para componer la comedia La Dama del Olivar, dedicada precisamente a la Virgen que aquí se custodia, cuya milagrosa imagen apareció sobre un olivo en los primeros años de fundación del monasterio. Se dice que dicho olivo sigue conservando sus hojas verdes y dando no menos fruto que el día de la milagrosa aparición.

¿Quién sois, divina señora?

- Quien tu fe y devoción prueba.
La Dama del Olivar ha de llamarme esta tierra,
consagrándola mi nombre
y honrándola mi presencia.
En fin. Yo la Oliva soy,
que a Dios hombre cría y lleva,
que es aceite derramado en el lugar de la Iglesia.

- Olivar de fama eterna,
desde hoy quedará memoria
que celebre la grandeza:
la Dama del Olivar,
de amor y de dichas prenda.


Ruta de la Codoñera
La Codoñera (o Membrillera en el habla de por aquí) es el nombre de una antigua finca privada por la que discurre en parte esta ruta.
Se trata de un sendero local que parte del monasterio del Olivar y tiene un trazado circular. En su primer tramo asciende hasta el Moncoscol (o Monte de Coscojas), un cabezo que nos ofrece un mirador con mesa y bancos (donde nos sentamos a comer, pese al desapacible viento). Tras un rato de llaneo, se desciende hasta el río Escuriza. Remontando primero este río y luego un afluente suyo, el río Estercuel, se termina en el punto de partida.
A lo largo del recorrido se alternaban el pino rodeno o silvestre y el pino carrasco. Vimos muchos pinos con ramas colonizadas por el muérdago (que aquí llaman bizco o vizco), esa planta semiparásita que se emplea en navidades con fines decorativos. Otras especies abundantes a lo largo de la ruta son la coscoja, el enebro o la sabina, con cuyas ramas se fabricaban antaño cuévanos o canastos utilizados en la recolección de la uva.
En un punto de la ruta nos sorprende la Cruz de los Hermanos, erigida en memoria de dos frailes mercedarios del cercano monasterio del Olivar. Una inscripción reza que fueron muertos en agosto de 1936, lo que nos hace suponer que fueran fusilados por milicianos republicanos.
Lo cierto es que no pudimos seguir el trazado de esta ruta en su integridad. Al llegar al cauce del río Escuriza no fuimos capaces de encontrar las señales blancas y verdes (quizá perdidas entre los cañaverales). Como la tarde ya caía, no nos quedó otra alternativa que cruzar el río, con poco caudal, y continuar por una pista en ascenso, pese a que no tomaba la dirección correcta. Por esta pista ascendimos a lo alto de una meseta. A partir de aquí, ya de noche, tiramos un poco a tientas, con la ayuda de la brújula y de la intuición en las bifurcaciones que se nos iban presentando. Tras algunas elecciones erróneas, que nos llevaron a tomar ramales que morían al cabo del rato y a tener que retroceder, conseguimos llegar a los coches sobre las nueve y media de la noche. Es reseñable que el grupo nunca desfalleció y siempre confió en sus posibilidades. Una aventura en todos los sentidos, una experiencia para curtir a los más excépticos, aunque con final feliz, que es lo que cuenta. Susy Gala nos esperaba en el bar del Pesador, aunque no éramos conscientes de ello.






 









Subida a La Muela desde Montalbán
La Muela es un macizo calcáreo, en el que anida el buitre leonado, que se eleva al sur de Montalbán.
Puede subirse a ella siguiendo otro sendero balizado con forma de bucle, que tampoco completamos en su totalidad. Esta vez se debió a que quisimos bajar a tiempo de poder visitar las Grutas de Cristal.
Aparcamos los coches a las afueras de Montalbán, junto al tanatorio. Cruzamos el río Martín por una palanca, a la altura de una chopera. A partir de la fuente de Valdemiguel la pendiente se endurece.
Alcanzamos el mirador de Montalbán (a 1.210 m.), desde el que se aprecian las Peñas Royas, la sierra de Arcos y quizás, al fondo, las cumbres pirenaicas, aunque un tanto difuminadas.
Próximo al mirador se halla la cueva del Greñicas. Se cuenta que a fines del XIX un campesino de Montalbán se enfrentó y desafió a un cacique local por sus abusos, viéndose obligado a huir al monte y a refugiarse en esta pequeña oquedad. Años después regresó al pueblo con aspecto desaliñado, por lo que se le apodó el Greñicas. Fue apresado, fugándose en varias ocasiones, y terminó por integrarse en una cuadrilla de bandoleros que recorría estas tierras del río Martín.














En el mirador de Montalbán


El Greñicas saliendo de su escondrijo




Grutas de Cristal
Se conocen también como Cuevas de las Graderas y se hallan en el término de Molinos, de camino al Maestrazgo turolense.
Constan de dos cavidades principales: Sala de Cristal y Sala Marina.
Presentan las típicas formaciones de estalacticas, estalagmitas y columnas, destacando las llamadas estalacticas excéntricas, que son poco frecuentes.
Su interior presenta una temperatura constante de 12 grados a lo largo del año, que coincide con la temperatura media anual en el exterior.


 
 




Cerramos esta crónica comentándoles que al Doctor Royo le fue entrgado el enésimo premio de su carrera y esta vez no estábamos precisamente de sidrería. Es sin discusión el miembro de este grupo que ha recibido con diferencia más galardones. Acostumbrado a los laureles, posa aquí sin pestañear con el plato cerámico. Con total naturalidad, como pueden ver.


Sin inmutarse


Por lo demás, disfrutamos de un alojamiento rural a la medida de nuestras posibilidades, en el que admitían mascotas. Encendimos fuego en la chimenea y cortamos rosas en el jardín.

 


Folletos

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